Muchas veces se ha dicho que comer es un pecado, así que si quieres redimirte puedes ir al número 4 de la Glorieta de Bilbao, a Beata Pasta, un restaurante que ha sido creado con la idea de convertirse en un santuario en el que se rinde culto a la pasta fresca casera con recetas genuinas llegadas desde Italia y al que acuden cientos de debotos al día con la intención de comer un magníficio plato de pasta y disfrutar de un ambiente animado en un colorido local rebautizado como trattoria 2.0.
El genial chef Ciro Cristiano se ha propuesto democratizar y revolucionar el concepto de la pasta fresca en Madrid y que todos los que pasen por su local conozcan la Italia más auténtica a través de sus platos. Además, Simone Attolini, chef ejecutivo y mano derecha del grupo Baldoria, y Antony Vitale, jefe de cocina de Beata, son parte indispensable de este proyecto coral que aúna tradición y modernidad y que gracias al éxito cosechado en estos cuatro meses de vida ya está en proceso de apertura un segundo templo.
Compartir y disfrutar es el santo y seña de este templo amarillo en el que encontrarás una excelente materia prima, el 70% procedente de Italia como la burrata de los hermanos ‘Cammarota’ de Puglia o la harina de Amoruso. Y ya desde la propia ventana del local te das cuenta del protagonismo que tiene la pasta fresca casera ya que puedes ver cómo la elaboran al momento.
Ya sentado en la mesa tienes la opción de pedir tú mismo la comanda. Capturas el código QR con el móvil y entras en la carta para pedir a tu gusto entre entrantes, pastas y postres, así se eliminan tiempos de espera innecesarios y se agiliza el pedido. Además, te puedes tunear la pasta añadiendo los ingredientes que quieras.
Para empezar, desde la mortadela de Boloña a las croquetas cacio & tartufo, pasando por la burrata con tomate o la pizzeta 50 Top con la que homenajean a la premiada de su otro restaurante Baldoria y del que ya os hablé en Libertad Digital. Nosotros pedimos una buena parmigiana napoletana (8€), con berenjena confitada, tomate San Marzano, queso scamorza, albahaca y Parmigiano Reggiano 30 meses.
Un único mandamiento
El único mandamiento que se pide para comer en Beata Pasta es "amarás la pasta por encima de todas las cosas" y de ahí dejarte llevar por este local acogedor y disfrutón. Su interiorismo está firmado por Estudio Pombo y el resultado es un pasta bar en el que minimalismo italiano se conjuga y rompe con el elegancia abrumadora del color amarillo y blanco, los tonos de la pasta fresca, que inundan todo el local.
En la decoración están presentes elementos más tradicionales, como son los botes clásicos de las despensas a la italiana –con trapos de cocina colgados incluidos– o los utensilios de cocina que intervienen en el proceso de creación de la pasta esparcidos por todos los rincones y protagonistas de un impresionante mural en 3D blanco, y otros más modernos, como los neones. Mención aparte merecen los baños, un espacio donde los espejos, la pintura, la poesía, la música y el arte adquiere otra tonalidad y que es tan ‘instagrameable’ que es parada obligatoria por quienes les gusta ser vistos.
Y metidos en este ambiente y en esta religión de amar a la pasta, pedimos tres platos a cada cual mejor. Deliciosa la pistacho love (11,90€), con pasta mafaldine, un pesto brutal de pistacho y albahaca, stracciatella pugliese y pistachos tostados que le aportan un toque crujiente y con más sabor. Para los amantes de la trufa, la tartufo lovers (14,90€), también con pasta mafaldine y trufa de los Abruzos, Parmigiano Reggiano 30 meses y burrata de Puglia de los hermanos Cammarota, uno de sus proveedores de confianza del país transalpino.
La carta líquida cuenta con tres cócteles entre los que no puede faltar el Spritz clásico, cervezas y y menos de diez referencias de vinos italianos. Probamos dos buenos tintos, uno Castelli Romani (3,50€ / 16€) y otro Feudo Arancio Riserva servidos en unas copas de cristal serigrafiadas con el logo que querrás llevarte a casa, sin robar.
Y para terminar esta suculenta degustación de pasta, porque las raciones son bastante generosas, tomamos unos espectactualares call me mama (14,50€), pasta pappardella XXL, con un sabrosísimo ragú tradicional napoletano de ternera y cebolla confitada durante ocho horas. Puedes terminar con uno de los cuatro postres que ofrecen entre los que se encuentra el clásico tiramisú y los cannolo al pistacho.
Sin duda Beata Pasta es un templo perfecto para los debotos de este plato tan italiano, con un producto de primera calidad, una pasta fresca deliciosa y un muy buen ambiente. Además, está en plena glorieta de Bibao y su ticket medio de 20€ lo hace aún más atractivo. Entendemos las colas que se forman a la entrada del restaurante, así que te recomiendo que acudas con reserva si no quieres acabar en el purgatorio.
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